martes, 16 de junio de 2015

El universo es rugoso, pero
me entrega consuelos vestidos de un pastel de mamá, 
me muestra lecciones de perseverancia en una mirada de papá,
me apuñala, sí que me apuñala, 
y luego limpia las gotas de sangre con un consejo de hermana, 
mece mis miedos como jugando con ellos, 
mientras me invita meciendo a un lado la valentía de mi hermano.

No sé realmente qué es este universo, 
quizás es un libro doblado en forma de cordilleras, 
con un clima confuso de playa y de interior.
Hay veces que me llueve con flores,
otras en que los rayos quebrajan todos los refugios,
pero siempre hay cuatro estrellas que me incluyen en sus juegos. 
Tenemos juegos de reparos, contracaras e ironías, 
pero siempre hay partidas de amor, halagos y agasajos.

Una pregunta preocupada con una fragancia de solución, una distancia que asegura incondicionalidad, un oído sostenedor de todo y una cosquilla que busca el desaturdimiento 
son regalos que este universo movedizo me envuelve y firma con sigla JJAT. 



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