jueves, 12 de marzo de 2020



Miserable hasta los huesos,
miserable el país, carente de honor
miserables los días, con horas vacías
llenas de terror.
Miserables los traumas que van y que vuelven
congelan los gestos, las huellas
Miserables las crisis
que abundan en nubes y carecen de pudor.
Miserable mi palpitar sin sentido,
llenar los vacíos, fingir las sonrisas,
escuchar los discursos llenos de creencias ajenas,
que suenan vacías, superfluas.
Miserable la espera de un click en el alma,
miserable la desesperanza de sentir esperanza.
Latente el nudo, la presión, el sudor.
Miserable el esfuerzo de sentir algo nuevo,
mi cuerpo con espasmos de horror,
colapsa el sistema, punzante el dolor.