Que ya no genere lo mismo
que esta desconfianza que me asalta ayude, desprenda
venenosa, desestabilizadora
que pinte de otros colores
y que vaya tornando sepia
y se seque todo por las calles en este otoño.
Que se esfume en el humo del cigarro
que armo desesperada
mezclando estas ganas de acabar con esta lucha infinita
con las de tomar fuerzas para redireccionar el llanto.
Que las horas se lleven la idea
que el espacio me llene de mí
que el ruido se apague
que las luces dejen de encandilar
que el reflejo se torne difuso
al nivel de una luz entre tantas de un cerro
impersonal, infinita y lejana
Que mi eco sea más grande
y resuene
en cada borde de mis entrañas
que cada fuerza pujante de esta rabia de vivir
sea mi motor para pagarme cada deuda
para poner cada nuevo ladrillo de mí
y alzarme
enancharme
renacer.